
El título de la exposición procede del último libro publicado en 1961 por Georges Bataille, Les Larmes d’Eros. El escritor indaga a fondo la íntima relación entre Eros y Tánatos, entre la pulsión sexual y el instinto de muerte. La identidad entre Eros y Tánatos sólo cobra sentido para Bataille en el contexto de la experiencia de lo sagrado.
La exposición que incluye 121 obras, entre pinturas, esculturas, fotografías y vídeos, está organizada temáticamente, cada sala dedicada a uno de los grandes mitos de Eros.
En la visita podemos ver una y otra vez ciertos motivos simbólicos, como las lágrimas, la ola y la espuma del mar, la cabellera, la serpiente, las ataduras de cuerda que dibujan la figura siempre igual y siempre cambiante de Eros. La forma sinuosa curva y el agua están presentes en todas las salas de la exposición.
En la Sala dedicada al NACIMIENTO DE VENUS, una versión de la Venus anadiómena de Emmanuel Amory Duval, Nacimiento de Venus (1862), Venus metamorfoseada, hija de la honda amarga, nacida en Pafos, en la Isla de Chipre, hija de Urano y de Gea, nada más idílico que el cielo y la tierra, Cronos castró a su padre Urano, esparciendo los genitales y lanzándolos al mar, de sus restos nació Aphros, de la espuma del mar, Duval se inspiró en la Venus de su maestro Ingres, obra del Museo Chantilly (París), Duval elimina los amorcillos y el recurso del espejo, recrea una bella escena, del caballo de Venus caen lágrimas amargas, gotas de agua marina. En la misma sala, a la derecha de Duval, otra maravillosa Venus, la Bañista de Adolphe Bouguereau (1870), en este caso parece que Venus se dispone a entrar en el baño, emparentada con la toillet francesa, en la postura de las manos acicalándose nos recuerda a la Venus anadiómena.
Abandonamos la curva dorada ondulada en vertical (el cabello sedoso de Venus anadiómena), para adentrarnos en la curva sinuosa horizontal serpenteante de la descarada serpiente, en la Sala dedicada a EVA Y LA SERPIENTE. La exégesis bíblica, tanto rabínica como patrística, atribuye y hace responsable a Eva del pecado, sería conveniente leer el capítulo 3 del Génesis para disfrutar, entender y valorar más esta sala, la exposición nos muestra a una Eva tentada y tentadora, …. Cuando Eva vio que el árbol era apetitoso, bello, deseable, útil para adquirir discernimiento, tomó de su fruto y comió, luego se lo dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió” Gn 3: 6. En la sala Adán y Eva de Jan Gossaert (1508), en el cuadro la serpiente entrega el fruto prohibido a Eva, sigue la iconografía habitual de la Caída.
A finales del siglo XIX, los simbolistas se interesan por el erotismo y el mal, encarnados en la femme fatale, la serpiente emerge del cuerpo de Eva, desaparece la figura de Adán, ya no resulta imprescindible, ni siquiera para ser iconográficamente representado, un ejemplo en la exposición, es la Encantadora de serpientes de Henri Rousseau, expuesta por primera vez en el Salón de Otoño de 1907, una visión inolvidable del aduanero, Rousseau posee pocos obras, dedicaba mucho tiempo a sus pinturas, su obra presenta ese carácter tan naif que gusta y apetece tanto, ausencia de perspectiva, colores planos, detallista, exótico, Eva toca la flauta y se convierte en una encantadora de serpientes, las curvas de las serpientes se confunden con las ramas y las cañas, Eva nos recuerda a Orfeo, domina con la música el paisaje natural.
La siguiente sala está dedicada a LAS ESFINGES Y SIRENAS, bellos y misteriosos seres híbridos, monstruos de origen mitológico, las esfinges y sirenas poseen cualidades como la voz musical, embaucadoras de cánticos con acertijos, sirenas náyades, nereidas o ninfas del agua salada, aparecen en la sala en forma de esculturas brutales, y provocadoras como el bronce Nature Study de la escultora Louise Bourgeois, en contraste con la esfinge desprovista de rasgos humanos, las sirenas más apacibles y amables de artistas como Burne Jones.
El desnudo y el mar se desarrollan en paralelo en la obra de Courbet, en la misma sala, podemos disfrutar de una de sus obras La Mujer en las olas (1868), Courbet pinta en primer término las olas, densos empastes en blanco, jugando con la espuma del mar.
en época de Diocleciano, después de sobrevivir al martirio, fue cuidado por la noble Irene, este mensaje es ofrecido al visitante a través de fotografías contemporáneas muy interesantes. Destaca en la sala un San Sebastián de Bronzino (1525) del Museo Thyssen, el dibujo de Bronzino es eterno, las manos que pintan refuerzan la sensación de escultura, cotejamos en la sala una obra de Guido Reni del Prado con un San Sebastián de José de Ribera, procedente de San Martino (Nápoles).
TRÁNSITOS es el nombre de la última sala, tres obras en video arte de Bill Viola, La Encarnación, Los amantes y Transformarse en luz (2005, 2008). Forman juntas un Tríptico de la vida, el agua, la muerte y el Renacimiento. Viola transforma la obra en un viaje alegórico por la vida, sumerge al visitante en el agua, la primera vez que entras en la sala, te impacta y deseas huir, la segunda vez te atrae, a partir de la tercera visita, ya no quieras salir, la obra ya te ha atrapado.
EnClave de Arte os desea todo lo mejor para el año 2010.